¿Qué analogía mayor describe estas tres últimas semanas de mi vida de profesora en el Instituto Sacramento High School? ¿Cómo describir la sensación de perder contacto total con el exterior o lo que antes era mi rutina normal y sana, de dejar de reunirse o hablar con amigos, dejar de escribir en el ordenador, de planear las compras, las comidas, de pasar unos ratos al sol y miles otras cosas que eran parte de la fabrica de mi vida? Pues abruptamente con la bendición de este trabajo que consguí mientras tantos profesores y maestros están en paro, vino la absorción total de mi ser. Empezar a ser profesora de instituto después de unos veinte años y en una escuela con estudiantes conflictivos ha sido –
*ahogandome a diario sin poder subir a coger aire
*sintiendo como si me hubieran comido y me hubieran escupido día tras día
* cayendo del caballo proverbial sólo para tener que subir a domesticarlo…
Sin embargo, veo ultimamente que me siento feliz en la escuela. Los “inner-city” kids no me tratan indiferentemente. Algunos se paran en mi clase durante el almuerzo a visitar o comentarme alguna noticia mientras yo comparto algo de comer. Fue ayer cuando me di cuenta que poco a poco iban mejores las cosas. Iba a sobrevivir la primera iniciación de estudiantes que no me querían aceptar en una clase que tenían cerrada después de una mala situación con un professor al que los estudiantes consiguieron echar. Iba a superar los trabajos amontonados, cuatro clases llenísimas (de unos 40 alumnos ) y una discriminación al revés, por el hecho de ser blanca. Ayer, al salir tarde de mi clase, se me acercó un chico “de los malotes” del Instituto con un grupo de otros chicos y chicas. Fue una situación extraña que me saludara abiertamente. Sin embargo, se puso de pie y llamándome por mi nombre me saludó con un abrazo preguntándome por que salía a esa hora tan tarde. Yo le hice la misma pregunta y nos empezamos a reir.
Sí, me gustan estos chicos, este instituto y esta nueva oportunidad en la vida. En medio de tanto cansancio, que bello es sentirse exactamente donde debes estar.